viernes, 31 de julio de 2015

Tendilla en la Guerra Civil y el franquismo

DE LUZ MEDEL, Concepción, Tendilla de la Guerra Civil y la represión franquista. Materiales para una historia local, Guadalajara, Federación Estatal de Foros por la Memoria (Foro por la Memoria de Guadalajara), 2014, 363+7 pp. [ISBN: 978-84-617-1399-8].

Concepción de Luz Medel, tendillera de corazón, nos ofrece un libro que podríamos calificar sencillamente -y tanto- como “intenso”, duro, tremendo. Un libro cargado de “adrenalina histórica” en recuerdo a la memoria de las gentes de su amada Tendilla.

Un libro serio y quizás cruel en algunos aspectos, pero bien escrito, que podríamos dividir en tres apartados:

1) “Del golpe de estado y comienzo de la guerra”, que viene a ser el pórtico o manera de introducción al tema, que parte de la conflictividad social y las elecciones de 1936, así como de la creación de los bandos que dieron a conocer el comienzo de la guerra y los hechos más destacados que tuvieron lugar en el pueblo protagonista, tras la incautación de las fincas que se decía o consideraban ¿abandonadas?, así como los hechos que tuvieron que soportar el sacerdote y los llamados “señoritos”, con el asalto a la iglesia y a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que, al igual que en Tendilla, tuvieron lugar en tantos pueblos de España. Luego vendría la ayuda al Socorro Rojo, la implantación de la UGT, la creación de la Casa del Pueblo y las llamadas “Listas Negras del 15 y 16 de octubre de 1936”, así como la influencia que el bombardeo sobre Guadalajara -y el asalto a su cárcel- tuvieron más tarde en el consiguiente bombardeo de Tendilla y los cambios municipales consecuentes: el consejo municipal, la Guardia Civil sustituida por la Republicana, la atención médica y la botica. Importantísimos datos a los que acompaña la serie estadística de nacimientos y fallecimientos, no sólo entre la población civil, sino también, de entre la soldadesca. Curiosamente se conserva y sigue una nómina de matrimonios habidos durante el periodo bélico, al igual que las consecuencias que para la escuela tuvo la guerra; capítulos que dan fin a esta primera parte mencionada con lo que fueron las consecuencias: la represión consiguiente, contando con el establecimiento de los tribunales de urgencia y los posteriores listados de represaliados y ejecutados, cuya relación aparece consignada por la fecha de ejecución, o en su defecto, los campos de concentración para “redención de penas por el trabajo”, prisiones y destierros de los tantos tendilleros.

2) La segunda parte consiste fundamentalmente en un índice, inmenso y gigantesco, de los represaliados por el franquismo, que abarca nada menos que desde la tramitación de expedientes, en su mayor parte denuncias, de cerca de ochenta personas, hasta la retirada del papel moneda y cómo se vio Tendilla en la causa general.

3) Y un tercer capítulo, que consiste en las fuentes utilizadas para la realización de este magnífico trabajo que, aparte de muchas de las personas sobrevivientes o descendientes de ellas, se basa en datos pertenecientes a diversos archivos españoles y a una amplia bibliografía al uso, además de gran copia de anexos entre los que se encuentra una inmensa gama de datos tan llamativos por su interés como, por ejemplo, diversas actas de incautación; árboles genealógicos de familias represaliadas; el acta de cesión del Ayuntamiento a los trabajadores de la tierra; un listado de los ejecutados en Sacedón; la solicitud de nombramiento del boticario; los documentos en que se recoge la serie de heridos, muertos y desaparecidos; un mapa del cementerio de Guadalajara; así como otros muchos más, correspondientes al apartado dedicado a “Documentos que se aportan de la brutal represión”, como carnets, cartas, fichas, filiaciones, juicios, juramentos (de no pertenencia a la masonería), solicitudes de suministros de víveres, de conmutación de penas y montones de testimonios de vecinos y otros Ayuntamientos.

Fue así. (Pero por ambos lados, que eso no consta en el libro que comentamos).

De ahí que el lector se encuentre al comienzo con una frase, tal vez heladora:

Mirar para atrás para recordar, y para saber; Y mirar adelante para aprender y no olvidar”,

aunque seguida de algo más, que no me gustaría dejar en el tintero, por lo que creo que significa para la autora del libro, y que dice así:

“Nos habían contado poco o nada de lo ocurrido pero intuíamos que algo tremendo sucedió. Con el paso de los días muchas voces han ido recordando la tragedia que tantas familias vivieron en Tendilla durante la postguerra. Su testimonio, pese al paso de los años, no llega tarde. Más vale saber que no saber. Al fin y al cabo, la Historia, se cuente o no, es una. Contarla no cambia las cosas pero si las explica”.

Y tras los agradecimientos, muchos, y alguno que otro doloroso, unas palabras más, que también traslado al lector:

“Después de más de 70 años entre todos hemos conseguido que sus nombres [los de los tendilleros que sucumbieron en la guerra del 36-39] y su historia no se olviden”.

En realidad es triste, muy triste, recordarlo, pero el origen del libro está en aquel día de mediados de abril de 2009, en el que el padre de la autora le preguntó, como sin darse cuenta: “Con esto de la Memoria Histórica… ¿podríamos saber dónde está mi padre?”, que, al fin y al cabo, no dejan de ser cosas amorosas, en este caso paterno-filialales.

Fue una pregunta que obligaba a indagar y a pasar muchas horas en los archivos, pero para saber por dónde iban los tiros nada mejor que comenzar por la confección de un árbol, en este caso genealógico, en el que poner cara a las personas. Después ya vendría la labor de seguimiento de pistas y datos, de entrevistas en las que nadie quería contar lo sucedido, como si se tratara de un sueño poco acorde con lo que en su día comentó José Luis García de Paz en su Memoria gráfica de Tendilla en el siglo XX (Guadalajara, Aache, 2009).

En realidad nada indicaba el pasado de una guerra tan cruel y despiadada, ni salían a relucir datos que pudieran indicar lo ocurrido, ni siquiera por parte de los sufridores: “La gente no lo quiere recordar porque fue muy trágico”.

Poco después, en el mismo texto, aparece una frase, para mí lapidaria, de la que quisiera dejar constancia, porque, a veces, el libro que comentamos peca de parcial y subjetivo, lo cual no deja de ser frecuente en este tipo de publicaciones:

“Que en Tendilla no se combatiera ni fuese frente de guerra hace más inexplicable la represión tan dura que sufrieron y que más tiene que ver con saldar viejas cuentas entre quienes tenían ideologías distintas. De algún modo los crímenes cometidos por aquellos milicianos sirvieron de excusa pues hasta entonces, nunca hubo violencia en nuestro pueblo. No les bastó con ganarnos la guerra, querían que nos muriéramos de hambre. Trataron de cambiar la historia y borrarnos hasta del pueblo” (José Luis de Luz Polanco).

(Es muy posible que en estas palabras se contenga todo lo sucedido de forma abreviada: ¿Viejas rencillas que se saldaron por los del mismo color aprovechando la coyuntura? ¿Quién sabe? Pero eso -es decir, aquello- hoy, pertenece oculto en la conciencia de cada cual).

Es, en fin, este, un libro que habla de los vencidos. Pero yo pregunto y me pregunto ¿de qué vencidos? Pues que los dos contendientes, azules y rojos, rojos y azules, terminaron igualmente vencidos y muertos y olvidados.

Vencidos representantes de la única legalidad democrática existente en España hasta 1978, señala nuestra autora, por vencedores del 39 que escribieron su historia “por medio de la fuerza, con crueldad premeditada”. Vencidos de los que tal vez corresponda hablar, porque nunca fueron nombrados en voz alta; de los que tal vez convenga y sea hora de desvelar los hechos sucedidos, de los que se ¿pretende? entender lo sucedido. De saber cómo pudieron salir adelante y de recuperar una parte de la historia que se dice que se les ha negado.

Esa es la idea que ha movido a Concepción de Luz a escribir este libro que he leído y que tan doloroso me parece, por tanto cuanto encierra de tristeza amarga y oscura, amparada acaso en un pasado que no va a regresar, que no debe regresar jamás, y por unos hechos con los que ella -ella- no está de acuerdo. Aunque después añada:

“No me he negado a escuchar a quien ha querido contar, no he descartado a ningún vecino del pueblo y dejo abierta la puerta para todos aquellos que quieran compartir sus testimonios y con ellos nos ayuden a saber más y a completar lo conocido hasta el momento”.

Estamos, en fin, ante un libro escrito fundamentalmente para las gentes de Tendilla que, posiblemente serán los que mejor lo entiendan, puesto que de ellos y de sus antepasados se trata. Un libro que no aporta demasiado al contexto provincial, y que lo que aporta lo hace desde un punto de vista subjetivo y parcial. Un libro escrito desde el punto de vista de una de las partes, sin tener en cuenta a la otra, que en todo caso viene a representar la figura del maligno diabólico.


José Ramón López de los Mozos

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